Este año mi esposo y yo decidimos educar a dos de nuestras tres hijas en casa, y adentrarnos en esta aventura ha sido más interesante de lo que pensé porque me ha permitido ver cosas de mis hijas de las que no me había percatado. Una de ellas es que mi segunda hija Belén, se compara constantemente con su hermana en temas de dibujo. María Stella, mi hija mayor, ama dibujar, y practica muchísimo esta destreza, por ello ha desarrollado tanto ese talento. Belén se siente intimidada por el talento de María Stella y a veces no quiere dibujar por temor a no dar la talla de su hermana. Es algo sobre lo que tenemos que trabajar, ayudándola a ganar la seguridad y confianza que necesita.
Esto me hizo pensar en cómo nosotros los adultos andamos constantemente comparándonos con este y aquel, sobre todo a raíz de los que vemos en las redes sociales. Esa comparación, lejos de ayudarnos a generar nuevas ideas y a cultivar nuestra creatividad, nos lleva a la frustración y a la parálisis. La comparación nos aleja de nuestra autenticidad, de nuestra esencia y de nuestra vocación, y nos lleva a moldear nuestra personalidad, nuestra marca, y hasta nuestra oferta, para encajar en la ola de lo que creemos que es ‘mejor’.
La comparación es la gran asesina de la creatividad porque utiliza como arma letal al ego, y éste vive en constante lucha con nuestra gestión creativa porque le teme al ridículo, al qué dirán y al fracaso.
Así como le pasa a Belén, al compararnos con los demás perdemos nuestra confianza creativa y nos encerramos en la imposibilidad de hacer las cosas porque pensamos que no daremos la talla.
Una técnica que nos ayuda a retomar esa confianza creativa es hacer ejercicios de escritura dirigida. Cuando contestamos preguntas o terminamos frases predeterminadas nos obligamos a pensar más allá de nuestros miedos y a rascarnos el cerebro para descifrar qué es importante para nosotros y hacia dónde queremos llevar nuestra gestión creativa.
Aquí te comparto algunas de esas frases que puedes poner en tu diario y contestar cuando te inunde la duda y la comparación:
- Me siento en paz conmigo misma cuando…
- Si no tuviese miedo, haría….
- Estoy agradecida por….
- Si cultivase mi creatividad podría….
- Para mí, trabajar con gran propósito significa….
- ¿Qué realmente desea mi corazón?
- ¿Qué estoy tratando de evitar?
Estas son solo algunas de esas preguntas o provocaciones creativas que nos ayudan a poner nuestra mente en paz y a enfocarnos en lo que NOSOTROS queremos, y no reaccionar a lo que está haciendo el resto. De esta forma retomamos poco a poco la confianza creativa y podemos trabajar en nuestros proyectos sin el molestoso fantasma de la comparación.
Si quieres conocer más acerca de cómo el coaching creativo puede ayudarte a retomar la confianza, a aterrizar tus ideas y llevarte a la acción, escríbeme o -mejor aún- agenda una sesión conmigo en este enlace. ¡Hablemos!
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